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Casos clínicos

Obesidad e intolerancias alimentarias

Historia clínica

Mujer de 33 años que quiere adelgazar. Ha aumentado 9 kg de peso los últimos 9 meses. En aquel momento su peso era de 76 kg, con una talla de 1,64 metros.

Además sufre estrés y falta de energía desde hace 6 meses. Insomnio desde hace bastante más tiempo, y ha empeorado en los últimos 2 años. Se le duermen las manos, los brazos y las piernas en la cama o al levantarse de la misma por la mañana. Además se encontraba muy sensible los días premenstruales desde hace 6 meses. Otros datos relevantes son que de los 25 a los 30 años sufrió 4 candidiasis vaginales. Y a partir de los 14 años le habían colocado 7-8 amalgamas dentales grises (con mercurio).

Se encontraba muy cansada y por todo ello estaba muy nerviosa.

Test con Kinesiología Holística

Con el test de kinesiología holística se le detectó que tenía una importante candidiasis en el colon con alteración de la microbiota o flora del mismo. Así como  intolerancia alimentaria a los lácteos de vaca, oveja y cabra, trigo, azúcar blanco e integral y los edulcorantes artificiales, chocolate, mantequilla y margarina y a algunas frutas dulces como ciruela, dátil, higo, pasa y plátano. Además, tenía mercurio en el hígado.

Tratamiento recomendado

Siguiendo una dieta sin alimentos intolerantes, pero sin una restricción importante de calorías, en 15 días perdió 1,6 kilos, y se encontraba con mucha más energía, tranquila y sin estrés.

Para eliminar el mercurio del hígado tomó chlorela y una mezcla de extractos de plantas hepáticas. Para la flora intestinal un probiótico, y para el sistema nervioso flores de Bach.

Dos semanas más tarde había perdido otro kilo y dormía bien. Otras dos semanas más tarde había perdido 900 gramos, pero se notaba menos volumen corporal, sobre todo abdominal y ya no sentía hormigueo en manos, brazos y piernas en la cama. Desde entonces pudo empezar a comer lácteos de cabra.

A los 3 meses de empezar el tratamiento se encontraba bien de todo, pesaba 70,8 kg, por lo tanto había perdido 5,2 kilos.

Cinco meses más tarde, su peso era de 66,1 Kg, o sea, había perdido 4,7 kg más. Desde el inicio del tratamiento habían pasado 8 meses y había perdido 9,9 kilos.

Conclusiones

En este caso de obesidad, se puede comprobar que realizando una dieta según las intolerancias alimentarias, situación que es muy frecuente estos últimos años en muchas personas, y sin pasar hambre, se puede perder peso, volumen y grasa, sobre todo grasa abdominal que es la más grave. 

En este caso, le ayudó a bajar de peso: tratar las cándidas intestinales y eliminar el mercurio que tenía en el hígado. Debido a lo primero, se acumulan toxinas producidas por las cándidas en el colon lo que favorece la obesidad abdominal.  En el caso de metales pesados en el hígado, este funciona peor, se eliminan toxinas de forma deficiente y la persona se encuentra cansada.

Apuntar también que, una vez una persona con obesidad se acostumbra a seguir una dieta sin alimentos intolerantes, en especial leche de vaca, azúcar blanco y trigo, no se recupera el peso y es posible mantener  un buen estado de salud.


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